Julio Camba (1882-1962)
En 1987 se embarca a Buenos
Aires y dos años después se le deporta a España por vinculársele directamente
con movimientos anarquistas. En 1905 es enviado a Estambul como corresponsal y
desde allí envía crónicas. Empieza a tener éxito y le envían a Berlín, Ginebra
o Nueva York. Destaca como periodista haciendo crónicas de viajes y sus obras
se reúnen en libros dotándolas de carácter literario
Algunas obras importantes:
·
Sobre casi todo
·
Sobre casi nada
·
La casa de Lúculo o el arte de comer
·
La rana viajera
·
Aventuras de una peseta
·
La ciudad automática
Este es un artículo que se
puede encontrar en su obra La rana viajera:
LA MUJER, PAÍS EXÓTICO
LA MUJER, PAÍS EXÓTICO
En España
hay conversaciones de hombres y conversaciones de mujeres. Los asuntos de
iglesia, por ejemplo, son asuntos de mujeres. No es que el español odie la
iglesia. Al contrario. Cuando se casa busca una mujer de sentimientos
religiosos. Le parece que la mujer debe tener sentimientos religiosos, así como
debe tener también ojos bonitos. Los sentimientos religiosos son sentimientos
de mujer. Sin ellos, la mujer no sería verdaderamente femenina. Con que la
mujer tenga sentimientos religiosos para su propio adorno y para la dignidad
del hogar, el marido ya está satisfecho, y se va tranquilamente al café, al
teatro de variétés y hasta a un casino republicano...
La política, en cambio,
es cosa de hombres. La mujer que habla de política en un círculo de hombres
pasa por un marimacho, y al hombre que habla de política delante de una mujer
se le considera poco menos que como si le hubiera hablado de política al
jilguero. Positivamente, la política española es bastante aburrida. Con esto,
sin embargo, de considerarla un tema para hombres solos, lo será cada vez más.
Los mismos articulistas políticos tendrían que adoptar un estilo algo más ameno
el día en que nuestra política pudiera comentarse en presencia de señoras.
Pero de las conversaciones
de hombres, la más corriente es la que versa acerca de las mujeres. En otras
partes, apenas si los hombres hablan de mujeres. La presencia constante de
mujeres se lo impide. Ante ellas el tema resulta inútil e impracticable. ¿Para
qué se va a hablar de mujeres? Mejor es hablar con ellas.
Los españoles, en
cambio, hablan de mujeres como pudieran hablar de viajes:
—Yo he conocido una
mujer una vez...
Y viene una descripción
que recuerda las descripciones de países exóticos. Hay quien, al oír el relato,
tiene una sensación así como la de estar escuchando a un explorador que cuente
sus aventuras en tierras totalmente ignoradas...
Fuera de España, ni los
hombres le dan tanta importancia a las mujeres, ni las mujeres le dan tanta
importancia a los hombres. Unos y otras han averiguado que se necesitan
mutuamente y han decidido ponerse de acuerdo. Y un acuerdo así es el que se
impone en España.
Porque mientras ese
acuerdo no llegue a establecerse, no tan sólo será la vida española una cosa
inarmónica, sino que nadie tendrá aquí manera de hacer nada. La mujer
constituirá siempre para nosotros lo más importante de todo.
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